Nuevas
Hermanas
Una
Profesión de votos: el relato de una Hermana
Se
aproximaba un día, el día que llevaba esperando,
y cuando de veras llegó, ¡estaba tan nerviosa!
El día de mi primera profesión de Votos
había llegado, el 30 de julio, 2005. No era que
me sintiese confusa sobre mi vocación al Buen Pastor,
pero sabía que éste es el día que
abrirá un capítulo nuevo en mi vida. Quería
decir que “SÍ” y vivirlo completamente.
Escogí
el lema de nuestra Fundadora, Santa María Eufrasia, |

Annatram Nguyen,
Hermana Apostólica
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“Sólo amé”,
como el tema de la Celebración de mi Voto, y pueden
preguntase por qué...El día que comencé
mi camino con el Buen Pastor, sabía que esta vida
requeriría mucho valor, fortaleza y un vida fiel
de oración; pero también descubrí
que la llave de esta vida es el AMOR. Si realmente amaba
esta llamada, sería feliz.
La
mañana del sábado, el 30 de julio, no era
como las demás mañanas. ¡Todo el mundo
estaba feliz! Los miembros de mi familia estaban conmigo
y sabía que ellos tampoco podían esperar
al momento en que hiciese mis Votos en la Congregación
del Buen Pastor. Veía las caras alegres de cada
una de mis Hermanas en la Capilla del Centro Provincial.
Yo también estaba contenta, ¡pero nerviosa!
Sobre
las 9:30 de la mañana, me senté en la oficina
de la Hermana Bárbara para escribir mis Votos en
el Libro de Votos de la Congregación. Tuve que
pararme varias veces para preguntarme, “¿Realmente
quiero decirle que sí a Dios?” “¿Puedo
vivir estos Votos con todo mi corazón?” Había
muchas preguntas dentro de mí; pero la respuesta
que encontré fue ¡AMOR! El amor me ha dado
la fortaleza y el valor en estos últimos tres años
para seguir la llamada del Pastor, y ahora me dará
el valor para contestar fuertemente “SÍ”
otra vez. Como Santa María Eufrasia, yo tampoco
tengo nada especial. Sé y estoy segura de que amo.
Era el amor que llenaba mi corazón y me dio tanta
paz cuando el Padre Peter De Vo comenzó la Misa.
Canté
con todo mi corazón y profesé mis Votos
con todo mi amor. Sé que tengo que crecer en esta
vocación, pero también sé, que si
profundizo en este amor, podré decir junto con
Santa María Eufrasia, “Sólo amé,
pero amé con toda la fuera de mi alma”, o
como San Pablo, que dijo, “...no soy yo el que vive,
sino es Cristo quien vive en mí.”
Tomo
esta ocasión para dar las “Gracias”
a cada Hermana en el provincia, por todas las oraciones
por mí. Quiero expresar en particular mi agradecimiento
a aquéllos que de cualquier manera me amaron y
apoyaron con su paciencia y consejo.
Con
gratitud humilde,
Hermana Annatram Nguyen, RGS; Chicago
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