Best Non Gamstop Casinos 2025Best Non Gamstop CasinosSportsbooks Not On Gamstop

La par�bola del Buen Pastor

El dejar a las otras 99 por “una que falta” es comprender nuestra vinculaci�n universal con todos los seres humanos. Es comprender que nuestra salvaci�n y liberaci�n est�n entrelazadas estrechamente con la salvaci�n y liberaci�n de los perdidos, los pobres, los ignorados, los abandonados en los m�rgenes oscuros de la sociedad. Cuando o�mos en esta par�bola del gozo preferencial del Pastor-Dios por esta oveja perdida, aprendemos la verdad misteriosa, que rompe los moldes, que los pobres, los marginados, los que quedan atr�s sin esperanza son los amados por Dios. Jes�s nos dice esto claramente. “No es la voluntad de vuestro Abba-Dios el que se pierda ni una de estas peque�as.”

Cuando prestamos plena atenci�n a esta par�bola de la oveja perdida nos vemos arrastrados a una decisi�n sobre la profundidad del significado de la vida y de nuestra propia manera de vivir. Como seres humanos nos estamos “programados” para comprender qui�n es Dios. Dios es totalmente incognoscible y est� muy fuera del alcance de cualesquiera categor�as en nuestra mente para buscar una explicaci�n Todas las religiones importante coinciden en este punto.
Sin embargo, en la fe cristiana, Dios puede conocerse en t�rminos humanos porque Dios vino a este mundo como ser humano “y as� puede ser conocido en el lenguaje familiar de la experiencia terrena. Jes�s no viv�a una existencia en paralelo con el mundo. Entr� plenamente dentro de nuestro mundo para transformarlo con Su misi�n.

As�, a trav�s de Jes�s podemos saber que este Dios misterioso m�s all� de toda comprensi�n, “cuyo poder explosivo lanza galaxias al espacio es el mismo Dios cuyo tierno amor abraza a los desheredados, los despose�dos, los desechados de la vida.” Ninguna otra par�bola expresa esta verdad radical, hasta desconcertante, m�s clara e inequ�vocamente que la par�bola del Buen Pastor.

Cuando hablamos de la espiritualidad o de un camino espiritual, estamos hablando del momento cuando llegamos a una comprensi�n sobre la naturaleza de la realidad y entonces comenzamos a amar esa realidad. Durante toda una vida es, como nos dice Annie Dillard, “el coraz�n es duro de cambiar, el coraz�n es lento en aprender”, c�mo amar y a qui�n amar.

Si bien es cierto que no estamos “programados” para saber qui�n es Dios, s� estamos programados para abrirnos a este misterio. Nacemos con una mordiente “falta de plenitud, falta de ser completos, con un vac�o,” en el mismo centro de nuestro ser. Estamos radicalmente abiertos al misterio y nos arrastra all� nuestra sed por algo m�s, algo m�s all� de nuestra existencia “encapsulada en el ego”. Dice San Agust�n: “Buscamos un Misterio, Dios, con otro misterio, nosotros mismos”.

Las par�bolas de Jes�s nos dan una apertura al misterio de Dios destruyendo nuestras percepciones fijas de la realidad y alter�ndolas totalmente. Las par�bolas proporcionan espacio para Dios cuya compasi�n siempre es una sorpresa, siempre un impacto imaginativo.

La par�bola del Buen Pastor corta r�pidamente al “meollo espiritual”. S�lo contiene cinco frases. El tema de esta par�bola de la oveja perdida, como la moneda y el tesoro perdidos, es sobre el “retorno”, sobre superar nuestra p�rdida. Es sobre hallar y ser hallado, sobre encontrar a Dios y que Dios nos encuentre. Es la noticia bomba espiritual de que Dios, a trav�s de Jes�s, causa nuestro “retorno”. Esta par�bola es sobre nuestra reconciliaci�n con el misterio sagrado, con lo sagrado.

Cuando aceptamos este “retorno” nuestra liberaci�n tiene dos dimensiones, con nuestro “coraz�n duro de cambiar”, la conversi�n personal y la transformaci�n social. Un giro hacia Dios como el tim�n de la vida y una giro hacia los dem�s con servicio compasivo. Una relaci�n profunda con Dios siempre nos vuelca al exterior para servir a los dem�s.

Jes�s nos lleva hacia “el aprendizaje lento del coraz�n”, a qui�n amar, y c�mo amar cuando pregunta: “�Qu� pens�is? Supongamos que un hombre tiene cien ovejas. �Si una de ellas se pierde, no deja a las otras noventa y nueve en la colina y va en b�squeda de la perdida?”. Esto es al rev�s de lo que esperamos. Utilizando el “materialismo de mal gusto” de nuestra �poca, podr�amos llegar al resultado opuesto. �Por qu� dejar a las 99? Esta par�bola nos sorprende tanto porque rompe “nuestra inclinaci�n perenne de trazar l�neas, marcar fronteras, establecer jerarqu�as, mantener la discriminaci�n.” El Evangelio rompe todas las barreras. “La conversi�n de los corazones es el gran igualador.”

Dejar a las 99 por la “una que falta” es comprender nuestra vinculaci�n universal con todos los seres humanos. Es comprender que nuestra salvaci�n y liberaci�n est�n entrelazadas estrechamente con la salvaci�n y liberaci�n de los perdidos, los pobres, los ignorados, los abandonados en los m�rgenes oscuros de la sociedad. Cuando o�mos en esta par�bola el gozo preferencial del Pastor-Dios por esta oveja perdida, aprendemos la verdad misteriosa, que rompe los moldes, que los pobres, los marginados, los que quedan atr�s sin esperanza son los amados por Dios. Jes�s nos dice esto claramente. “No es la voluntad de vuestro Abba-Dios que se pierda ni una de estas peque�as”.

Cuando prestamos plena atenci�n a esta par�bola de la oveja perdida nos vemos arrastrados a una decisi�n sobre la profundidad del significado de la vida y de nuestra propia manera de vivir.

Esta Par�bola en una invitaci�n para participar en el proyecto de Dios para la humanidad que llamamos el Reino de Dios. El Reino de Dios es aquel espacio en nuestros corazones y en la tierra donde ha ocurrido la conversi�n - donde el “cambio duro del coraz�n, el aprendizaje lento del coraz�n” sobre c�mo amar u a qui�n amar ha desatado la energ�a m�s potente del universo - el amor de Dios volcado sobre la tierra.

Hermana Helene Hayes, Hermana Apost�lica

Arriba | Casa | Para contactarnos