Esto
es en que consisten, esencial y teol�gicamente,
nuestra consagraci�n y votos.
Pobreza
La pobreza de por s� no tiene valor. De hecho,
la mayor�a de las religiosas trabajan con diligencia
para cerrar el trecho entre los ricos y los pobres y
para crear un mundo m�s equitativo y justo. El
voto de pobreza significa vivir con sencillez para que
las dem�s puedan vivir con sencillez. Al profesar
el voto de pobreza la religiosa promete compartir todo
con todas. No nos quedamos como nuestro sueldo sino lo
entregamos a la comunidad para el bien de la comunidad
y las necesidades de sus miembros. Tambi�n intentamos
compartir nuestros recursos generosamente con las dem�s.
Una parte de la vida es escoger responsablemente cosas
materiales y nuestro uso de ellas. Significa cuidar responsablemente
no s�lo los bienes y recursos que tenemos en com�n,
sino tambi�n nuestro cuidado de la Tierra y de
las dem�s.
La pobreza bien vivida lleva a un coraz�n pleno
de agradecimiento por todos los dones de Dios, al deseo
de generosa y libremente compartir nuestros talentos
y recursos con los dem�s, y una preocupaci�n
ardiente por el bienestar del pueblo de Dios.
Castidad Consagrada
La castidad consagrada para el bien del reino es un
regalo de gracia dado por Dios. Con ella nos entregamos
a Jes�s con el coraz�n completo. Atra�das
a una uni�n cada vez m�s profunda con Jes�s
se nos llama a ser un signo de la alianza entre Cristo
y su Iglesia - el pueblo de Dios.
La castidad consagrada es la respuesta a una llamada,
a una invitaci�n que se escucha en la profundidad
del coraz�n, de hacer de Dios el centro de nuestra
vida. Es algo que no se nos impone. Es algo que escogemos
libremente, que deseamos y a que respondemos. Nos comprometemos
en la primac�a de nuestra relaci�n con
Dios, que en cambio dirige todas nuestras relaciones
con los dem�s.
La castidad consagrada bien vivida lleva a la libertad
interior, la alegr�a y un coraz�n generoso
y cari�oso.
Obediencia
La palabra obediencia viene del Lat�n, de las
palabras od-audire que significan “escuchar cuidadosamente.” Es
elegir la felicidad. La obediencia es escuchar respetuosamente
para descubrir la voluntad de Dios, que nos llama a cada
uno de nosotros a la vida, a una vida plena. No es una
espera aburrida o pasiva esperando que alguien te diga
lo que debes hacer. Al contrario, es escuchar activamente
y adivinar, junto con otras, lo que Dios me, o nos, est� pidiendo,
en una situaci�n o circunstancia particular y
para responder a las necesidades del pueblo de Dios.
La obediencia es un voto de corresponsabilidad en fidelidad
con el Evangelio. Es probable que a veces requiera sacrificio;
y tener que hacer cosas que igual no hubi�semos
deseado hacer normalmente, pero siempre significa fidelidad
a Dios que es centro de nuestras vidas y nuestras relaciones.
Fervor
Como Hermanas del Buen Pastor tomamos un cuarto voto
de fervor. El voto de fervor da un dinamismo especial
a nuestra vida de consagraci�n para la misi�n.
Une las dimensiones contemplativas y activas de nuestra
vida, d�ndonos un prop�sito unitario para
todo lo que somos y todo lo que hacemos. Nuestro voto
de fervor, que est� en el coraz�n de nuestra
vocaci�n, nos lleva a buscar a los heridos, a
los que el mundo ha dejado atr�s.
A nivel individual, el fervor significa nunca perder
la esperanza sobre una persona, significa el amor y aceptaci�n
sin condiciones, una obligaci�n de hacer absolutamente
todo lo posible para ayudar a cada persona a llegar a
ser todo lo que pueda ser, sin importar lo que me pueda
costarme. A nivel de abogar, significa trabajar con innovaci�n
y fidelidad para desterrar los sistemas injustos que
impactan negativamente sobre la dignidad y humanidad
de cada persona, y su derecho de vivir y trabajar en
libertad.
El fervor bien vivido lleva al compromiso de hacer
todo lo que est� en nuestro poder y capacidad
para que otros sientan y sepan que son hijos de Dios,
hechos en Su propia imagen. |