Los Votos

La profesión de nuestros votos de pobreza, castidad consagrada y obediencia, nos une íntimamente con Cristo. Dios que es el único que consagra, llama constantemente pidiendo una respuesta de amor a su amor infinito.

Sandra Shneiders, IHM en su libro Vendiendo Todo (Prensa Paulista 2001) escribe, “La vocación a la vida religiosa es una dedicación total a Jesucristo para toda la vida. Es la entrega de toda tu vida a Dios con lo primordial siendo la relación amorosa con Dios. La primacía de nuestra relación con Dios es lo que conforma e influye sobre todas las demás relaciones.”

Esto es en que consisten, esencial y teológicamente, nuestra consagración y votos.

Pobreza

La pobreza de por sí no tiene valor. De hecho, la mayoría de las religiosas trabajan con diligencia para cerrar el trecho entre los ricos y los pobres y para crear un mundo más equitativo y justo. El voto de pobreza significa vivir con sencillez para que las demás puedan vivir con sencillez. Al profesar el voto de pobreza la religiosa promete compartir todo con todas. No nos quedamos como nuestro sueldo sino lo entregamos a la comunidad para el bien de la comunidad y las necesidades de sus miembros. También intentamos compartir nuestros recursos generosamente con las demás. Una parte de la vida es escoger responsablemente cosas materiales y nuestro uso de ellas. Significa cuidar responsablemente no sólo los bienes y recursos que tenemos en común, sino también nuestro cuidado de la Tierra y de las demás.

La pobreza bien vivida lleva a un corazón pleno de agradecimiento por todos los dones de Dios, al deseo de generosa y libremente compartir nuestros talentos y recursos con los demás, y una preocupación ardiente por el bienestar del pueblo de Dios.

Castidad Consagrada

La castidad consagrada para el bien del reino es un regalo de gracia dado por Dios. Con ella nos entregamos a Jesús con el corazón completo. Atraídas a una unión cada vez más profunda con Jesús se nos llama a ser un signo de la alianza entre Cristo y su Iglesia - el pueblo de Dios.

La castidad consagrada es la respuesta a una llamada, a una invitación que se escucha en la profundidad del corazón, de hacer de Dios el centro de nuestra vida. Es algo que no se nos impone. Es algo que escogemos libremente, que deseamos y a que respondemos. Nos comprometemos en la primacía de nuestra relación con Dios, que en cambio dirige todas nuestras relaciones con los demás.

La castidad consagrada bien vivida lleva a la libertad interior, la alegría y un corazón generoso y cariñoso.

Obediencia

La palabra obediencia viene del Latín, de las palabras od-audire que significan “escuchar cuidadosamente.” Es elegir la felicidad. La obediencia es escuchar respetuosamente para descubrir la voluntad de Dios, que nos llama a cada uno de nosotros a la vida, a una vida plena. No es una espera aburrida o pasiva esperando que alguien te diga lo que debes hacer. Al contrario, es escuchar activamente y adivinar, junto con otras, lo que Dios me, o nos, está pidiendo, en una situación o circunstancia particular y para responder a las necesidades del pueblo de Dios.

La obediencia es un voto de corresponsabilidad en fidelidad con el Evangelio. Es probable que a veces requiera sacrificio; y tener que hacer cosas que igual no hubiésemos deseado hacer normalmente, pero siempre significa fidelidad a Dios que es centro de nuestras vidas y nuestras relaciones.

Fervor

Como Hermanas del Buen Pastor tomamos un cuarto voto de fervor. El voto de fervor da un dinamismo especial a nuestra vida de consagración para la misión. Une las dimensiones contemplativas y activas de nuestra vida, dándonos un propósito unitario para todo lo que somos y todo lo que hacemos. Nuestro voto de fervor, que está en el corazón de nuestra vocación, nos lleva a buscar a los heridos, a los que el mundo ha dejado atrás.

A nivel individual, el fervor significa nunca perder la esperanza sobre una persona, significa el amor y aceptación sin condiciones, una obligación de hacer absolutamente todo lo posible para ayudar a cada persona a llegar a ser todo lo que pueda ser, sin importar lo que me pueda costarme. A nivel de abogar, significa trabajar con innovación y fidelidad para desterrar los sistemas injustos que impactan negativamente sobre la dignidad y humanidad de cada persona, y su derecho de vivir y trabajar en libertad.

El fervor bien vivido lleva al compromiso de hacer todo lo que esté en nuestro poder y capacidad para que otros sientan y sepan que son hijos de Dios, hechos en Su propia imagen.

 
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